sábado, 19 de septiembre de 2015

Saga BioShock

Voy a hablar de la serie de juegos BioShock, una saga del género first person shooter caracterizada por tratar temas filosóficos, éticos, políticos, sociológicos, psicológicos y otros "icos". Trataré de soltar los menos spoilers posibles.

El nexo común de los tres juegos es un faro, una ciudad, un hombre. El personaje del jugador es guiado por un faro hasta una ciudad que alberga una sociedad supuestamente utópica pero que acaba resultando distópica, y regida por un hombre admirado por muchos y odiado por otros tantos que resulta ser un fanático.

La primera entrega, BioShock, es una crítica al capitalismo y más concretamente a la filosofía de Ayn Rand. El jugador llega a la ciudad submarina de Rapture. Ha sido construida por Andrew Ryan, un empresario brillante cuya personalidad está basada en la filósofa Ayn Rand, y por tanto defiende sus mismas ideas: capitalismo sin control, gobierno de mínimos (y por tanto ausencia de servicios públicos e impuestos), y rechazo del altruismo, considerado por Andrew como el causante de todos los males de la humanidad. De hecho Ayn Rand defendía el egoísmo racional: no debemos preocuparnos de la gente que sufre si no ganamos nada ayudándola, porque eso sería irracional y por tanto inmoral. Por ejemplo, los voluntarios de las ONG cometen actos irracionales e inmorales porque al ir a África arriesgan sus vidas por gente que ni conocen. Pero por ejemplo, arriesgar la vida por salvar a un ser querido es racional y moralmente aceptable porque si nuestro ser querido muriese, nos causaría un gran dolor. Pero yo a esto le veo lagunas. No es la razón la que nos empuja a arriesgar la vida por salvar a una esposa o a un hijo, sino los sentimientos. De hecho la razón diría: si yo muero, es irremediable, pero si muere mi familia, a lo mejor puedo formar una nueva, por lo tanto no intentaré salvarlos. Por tanto, esta chorrada del egoísmo racional solo me parece una excusa de gente sin empatía. Rapture, la utopía liberal, acaba convirtiéndose en pesadilla. Aparecen enemigos que amenazan la estabilidad de la ciudad. El fundador acaba pasándose sus propios principios por el forro para acabar con esos enemigos. Los rayndianos desprecian BioShock porque dicen que un rayndiano jamás se comportaría como Andrew Ryan, ya que el egoísmo racional sólo dice que el altruismo es pernicioso, pero no dice que tengamos que dañar a los demás para conseguir nuestros fines. Prepotencia rayndiana: ¿de verdad todos los ultraliberales se van a comportar tal y como se supone que deben? Por ejemplo, las revoluciones comunistas no han acabado en una sociedad socialista, sino en tiranías porque los dirigentes se corrompieron. Parece que los rayndianos son seres supremos inmunes a la corrupción. A lo mejor se creen que los comunistas son corruptos porque el comunismo en sí lo es, y que como el capitalismo sin control es el sistema natural, ninguno de sus defensores se volvería malo, porque al parecer la propia creencia en dicho capitalismo les inmuniza contra la corrupción, o algo así. Vamos, que no tiene ni pies ni cabeza. En fin, todo fanático cree que que él siempre hace y hará lo correcto. Pero para mí, el capitalismo sin control es en sí mismo malo, no sólo las personas que lo puedan aplicar. Como dice Sherlock en un capítulo de Elementary: "Ayn Rand, filósofa responsable de la bancarrota intelectual."

La segunda entrega, Bioshock 2, es una crítica al comunismo tal y como se ha aplicado hasta ahora. La ciudad sigue siendo Rapture, pero esta vez la antagonista es la doctora Lamb, una psiquiatra que, en palabras de Andrew Ryan, es una colectivista. Lamb quiere reparar el desastre en Rapture aplicando un modelo de sociedad opuesto al de Ryan: es decir, altruismo total, hasta el punto de considerar al "yo" como algo malo, a eliminar. A la mierda la individualidad: la persona no es nada, el colectivo, todo. No hay que pensar en lo que nos puede beneficiar, sino en lo que beneficia al colectivo. A pesar de defender la igualdad, Lamb destaca sobre sus seguidores, que la adoran en plan cuasi religioso. De hecho aparece hasta un sacerdote que la adora. Esto nos recuerda a los líderes norkoreanos: el comunismo sectario. Además, Lamb usa la psiquiatría para lavar el cerebro a la gente, en plan Unión Soviética. Por supuesto, el desastre es de la misma magnitud que el provocado por el capitalismo salvaje de Andrew Ryan.

La tercera entrega, BioShock Infinite, es una crítica al cristofascismo, aunque también mete caña a los movimientos de liberación que pueden acabar siendo tan sanguinarios como sus opresores. Esta vez la acción transcurre en Columbia, una ciudad que flota en el cielo sobre la Unión (los estados norteños de EE.UU.) pero que no forma parte de ella. Columbia está fundada por el Padre Comstock, también conocido como El Profeta, un fanático religioso cuya ideología está basada en el tradicional cristofascismo yanqui. Cuando vio que los otros estados de la Unión eran "pecadores", declaró la independencia de Columbia y ocultó la ciudad entre las nubes, creando así una sociedad cerrada donde sólo puedes entrar si aceptas el bautismo. Los negros son esclavos. Los irlandeses también son despreciados. Los blancos de Columbia confían ciegamente en El Profeta, porque su don para la profecía hasta ahora ha funcionado. Y no son profecías vagas: da detalles, fechas... Lo primero que se pregunta el jugador es... ¿cómo las hace Comstock? Si el juego es una crítica a los fanáticos religiosos, entonces Comstock no puede ser un profeta... ¿o sí? Este misterio es fundamental para la trama, así que no diré nada más acerca de ello. En todos los BioShock hay reflexiones acerca de las consecuencias de nuestros actos, pero esta entrega se lleva la palma: tan importante es el rechazo al fanatismo como el explorar temas como el libre albedrío, el fatalismo y la responsabilidad. El final del juego dura unos 15 minutos y es sin duda el mejor que haya visto en un videojuego.

Además de la excelente trama, los BioShock tienen grandes mecánicas de juego y un diseño artístico sobresaliente: es imposible olvidar las ciudades de Rapture y Columbia, así que os invito a maravillaros con esos bellos envoltorios y a horrorizaros con la podredumbre que ocultan.

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